martes, 18 de julio de 2023
QUERER Y HACER - 2 CORINTIOS 8:11
Hay dos palabras que tienen una estrecha relación y son los que producen la actividad en cada uno de los quehaceres de la sociedad.
UNA ES EL QUERER Y LA OTRA EL HACER.
Querer: es el deseo o la voluntad de llevar a cabo alguna actividad.
Hacer: Es precisamente la acción de llevar a la práctica lo que se desea.
Cuando estas palabras se mantienen relacionadas y unidas en la vida de una persona, estamos en presencia de alguien en la que en él todo es funcionalidad, alguien que lleva adelante una vida de realizaciones y logros, en definitiva, una vida plena de actividad fructífera.
Respecto de esto, nos damos cuenta en nuestra condición de creyentes, como el mundo camina por una senda, logros en que lo que se proponen hacer lo hacen, y aunque los deseos del cristiano por cierto son distintos a los del gentil; sin embargo, igualmente aflora la pregunta, ¿por qué al parecer es tan fácil y sencillo para el mundo, lo que para la iglesia se torna tan difícil, es decir, el querer y el hacer? Respuestas y opiniones encontramos muchas entre los estudiosos e intelectuales de este mundo; pero ante una pregunta de esta magnitud; de la cual depende nada menos que la actividad de la iglesia; la única respuesta valedera es la que nos da el Señor Jesús a través de su palabra Es Él quien nos ha enseñado que el querer o desear, es algo que se relaciona con nuestra alma, es en el alma donde tienen su origen los deseos del hombre. El Salmo 42:1-2, es una muestra de los expresado cuando leemos «Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios el alma mía, mi alma tiene sed de Dios del Dios vivo», y es esta la razón por la cual Salomón escribe en el libro de los Proverbios 13:19 «El deseo cumplido es el regocijo del alma».
Por el contrario, el Hacer o llevar a cabo lo que se desea, es algo que tiene relación directa con nuestro cuerpo, es decir, que es el cuerpo a quien le corresponde realizar el deseo del alma.
El hombre de mundo realiza lo que quiere porque entre su alma y su cuerpo no hay grandes contradicciones es casi normal que el deseo de su alma esté de acuerdo con lo que quiere hacer su cuerpo. Proverbios 21:10 dice «El alma del impío desea el mal.»
Y aun cuando el alma desee diferente de lo que el cuerpo quiera hacer, será el alma quien se doblegue a los instintos de la carne, concretándose en ello el querer y el hacer. Son estas mismas palabras los que tendrían que provocar la actividad en la iglesia, sin embargo, muchos son las oportunidades que solo nos queda en el querer. ¿Cuál es la causa de esto?, es que, en nosotros al contrario del hombre del mundo, si hay una marcada contradicción entre lo que desea nuestra alma y lo que quiere realizar nuestro cuerpo, y eso es porque el espíritu de Dios ha realizado en nuestro interior una obra regeneradora y renovadora.
Es Pablo quien nos revela de ello cuando escribe a Tito 3:3-6 «porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros, pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor para con los hombres nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho sino por su misericordia por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador». Es precisamente esta obra renovadora la confinante de que hoy en nosotros tenga lugar esta contradicción entre lo que quiere o desea nuestro hombre interior y lo que quiere hacer el hombre exterior, a esta contradicción Pablo le llamó oposición, Gál.5:17 «Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis».
Además, el apóstol nos declara su propia experiencia, Rom. 7:18-25 “Y yo sé que en mí (es a saber en mi carne) no mora el bien: porque tengo el querer, más efectuar el bien no lo alcanzo. Porque no hago el bien que quiero; más el mal que no quiero, esto hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo obro yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. Miserable hombre de mí ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte? Gracias doy a Dios por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado”. Esta oposición entre el hombre interior que Quiere y el exterior que debe Hacer, es lo que nos ha llevado muchas veces a quedar solo en el querer, y así caminamos llenos de deseos e ideas que nunca se concentran en hechos.
El solo Querer, no hace grande la obra del Señor, ni siquiera la mantiene, por el contrario, la paraliza hasta destruirla. Pero también debemos tener cuidado de que el Hacer este conforme a los propósitos de Dios y no caprichos de hombres ya que a veces hemos venido a ser personas solo llenas de buenas intenciones, y si, en oportunidades realizamos algo, ni siquiera lo hace mortal como lo concebimos en nuestra alma. Ananías y Safira son una muestra de aquellos que sintieron hacer pero que al hacerlo no lo logran realizar como Dios lo puso en su alma, encontrando por ello la muerte Hechos 5:1-10. Otros sencillamente no hicieron nada de lo que sintieron hacer. Israel quería llegar a la tierra prometida.
La mujer de Lot finalmente quiso salir de Sodoma. Saúl quiso ser un buen rey. Las vírgenes insensatas querían entrar a la boda. Estos y tantos otros personajes de la historia Bíblica, tuvieron buenos deseos, pero fracasaron rotundamente porque solo quedaron en el Querer y porque nunca hicieron conforme a lo que Dios quería, simplemente se encapricharon con lo que ellos querían.
¿CUÁN IDENTIFICADO SE SIENTE USTED CON ESTOS FRACASOS?
¿Por qué se ha quedado sólo en el Querer? ¿Cuál es la razón que no logra realizar lo que su alma siente? Una vez más Dios nos da la respuesta y una exhortación para que hagamos memoria de algo que sin lugar a dudas hemos olvidado. Y es que tanto el Querer como el Hacer no es por voluntad propia, no, todo es por la voluntad de Dios.
Filipenses 2:13 «Porque Dios es el que en vosotros produce así el Querer como el Hacer, por su buena voluntad». Fue Dios quien puso el querer en Ananías. Lo puso en Israel, en las vírgenes insensatas, Todos ellos sometieron su alma al Señor, para Querer, pero no rindieron sus cuerpos para el Hacer, cuidado con lo quieres y lo que has de hacer para lograr tu cometido.
DIOS NO ESTÁ SOLO INTERESADO EN SU ALMA, TAMBIÉN LO ESTÁ DE TU CUERPO 1ªTES.5:23
«. Todo nuestro ser: Espíritu, Alma y Cuerpo sea guardado irreprensiblemente para la venida de nuestro Señor Jesucristo».
Todas las metas no alcanzadas, es por causa de que el elemento ejecutante (el cuerpo) no está subordinado al Señor, olvidamos que el cuerpo ya no nos pertenece, es propiedad de Dios, él lo ha comprado por un elevado precio. 1°Cor. 6:19-20 «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio; glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios».
La soberbia de la carne ha impedido a la iglesia realizar una obra mayor a la que hoy vemos, a llegado entonces el momento de ponerle freno y someterlo a Dios para que sea el quien también realice el Hacer que tanta falta hace a su obra y no tu capricho y tu forma alocada de actuar.
Es tal la necesidad de un sometimiento de la carne para ver la obra de Dios realizada que Pablo no solo exhorta sino más bien ruega, Romanos 12:1 «Así que, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que es vuestro racional culto».
Aquel que ruega e insta a la iglesia es el que ya tiene una experiencia con su carne y el testimonio de que nada se logra sin someter la carne al Señor, 1°Cor. 9:26 «Así que, yo de esta manera corro a causa incierta; de esta manera peleo, no quien hiere el aire: Antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado». Gracias doy al Señor Jesús porque no sólo fracasos revela su palabra, sino que son muchos más los victorias de aquellas que sometiendo la carne lograron que el Querer se convirtiera en Hacer. Isaías 26:9
En su alma deseó al Señor, pero sometió su carne para encontrarlo. El salmista en el cap.27:4 «Deseo en su alma estar todos los días en la casa de Dios, pero hubo de someter su cuerpo para estar presente (esto buscaré)». El hijo pródigo cuando volvió en si deseó comer el pan de la mesa de su padre y sometió su carne para llegar allá. Hermano si has sometido tu alma para Querer, somete hoy tu cuerpo para Hacer. Desde el cono sur su Hno. Josué Nayib 18-07-23
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