martes, 11 de julio de 2023

EL QUE ANDA EN INTEGRIDAD


“El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, Ni hace mal a su prójimo, Ni admite reproche alguno contra su vecino”. Salmo 15:2-3.

Acerca de los hombres que andan lejos de la verdad, Pablo fue muy claro al afirmar que aunque tratan de esconder su carácter, en algún momento se manifiestan tal como son y dejan ver que son amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tienen apariencia de piedad, pero con sus actos niegan la eficacia de ella.

La verdad nunca ha sido apetecida por los hombres. Es la mentira, la que siempre tiende a regir el carácter, los sentimientos, las emociones y la voluntad del ser humano; es la naturaleza pecaminosa que nos hace resistir la verdad.

El afamado filósofo alemán Nietzsche, tan alabado por los hombres, preguntó una vez: “¿qué dosis de verdad puede tolerar el ser humano?”. Es decir, hasta un prominente ateo como Nietzsche, declara que el hombre no resiste la verdad (vaya esto para aquellos que le es más fácil creer lo que dicen los hombres, que lo que dice Dios en su infalible Palabra).

La verdad desnuda, quiebra, revela, separa, y descubre lo que somos realmente. Pero gracias a Dios que la verdad está encarnada en Cristo Jesús, porque Él es la verdad. Él lo dijo: “Yo soy la verdad” (Juan 14:6). Y la verdad que es Cristo, nos da la libertad (Juan 8:32).




Pero el apóstol Pablo, cual siervo de Dios, vivió en carne propia, aquellas complejas aristas paradójicas de la verdad, porque siendo la verdad, la que dio libertad y llevó a la salvación en Cristo a los gálatas; fue la misma verdad que para ellos, hizo de Pablo su propio enemigo. Por tal razón Pablo pregunta ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?

Como sabemos, Pablo, cautivo por la Palabra de Dios, defendía con pasión y denuedo el evangelio santo de nuestro Señor Jesucristo. A él no le interesaba ser políticamente correcto o diplomático; él decía: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” Gálatas 1:10

Ciertamente decir la verdad, nunca va a significar “agradar a los hombres”. Al contrario, será volverse enemigos de aquellos que no aman la verdad, pero que se complacen en la mentira. Esto es precisamente lo que había fermentado en las iglesias de la región de Galacia. Pablo revela en sus palabras, decepción y asombro. Él dice: ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que, si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos” Gálatas 4:15

¿Cómo puede ser, que los mismos gálatas que decían amarlo tanto, y que, si hubiesen podido, se habrían arrancado sus propios ojos para dárselos, sin embargo, ahora ya no lo amaban?; y todo, porque él les decía la verdad. Sin duda, es un hecho sintomático que cuando la verdad se presenta tal cual, nunca pasará desapercibida, y, es más, siempre levantará enemigos en contra de ella. La verdad no es apetecida por nuestra mente natural. No en vano dice la escritura que Cristo no vino a traer paz, sino que espada (Mateo 10:34), declaración que no es parte del menú que se promueve hoy por hoy desde los refinados pulpitos.

Como ejemplo, vemos que el padre o la madre que malcría a sus hijos; pasa a ser “amigo de sus hijos”. Pero el padre o la madre que educa, corrige y disciplina a sus hijos; pasa ser “enemigo de sus hijos”. Esa es la regla que revela el natural desprecio que los hombres tenemos por la verdad. Sin duda, que valoraremos la corrección y la disciplina, solo cuando estemos en “sintonía” con la verdad; de lo contrario, siempre la resistiremos.

Por la verdad, los profetas de antaño fueron apedreados y minusvalorados. Por la verdad, nuestro Señor Jesucristo fue repudiado por los religiosos y por el estado de su tiempo. Él mismo dijo: “Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis” (Juan 8: 45).

Por la verdad, los apóstoles fueron perseguidos, y muchos de ellos martirizados. Y en la actualidad, todo creyente que busca la verdad, que ama la verdad y que procure vivir en la verdad, será enemigo de aquellos que no aman la verdad. Esta será la lucha de aquí y hasta que Cristo regrese.

No olvidemos nunca que la iglesia es “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15). Cristo fundó su iglesia en < la verdad >. Es decir, cada creyente que compone este pueblo espiritual llamado “la iglesia”, sostiene la verdad (columna) y debe defender la verdad (baluarte). Ciertamente una tremenda responsabilidad. El Señor nos ayude.

Amado hermanos, estamos en un camino hostil en donde la verdad siempre será repudiada, y en donde siempre habrá más enemigos que amigos. No olvidemos que satanás es quien tiene el dominio temporal de este mundo (1 Juan 5:19), y la biblia lo presenta como “el padre de mentira” (Juan 8:44). El diablo y sus huestes siempre se opondrán a la verdad, moviéndose en las sombras y en la esfera de la mentira; creando confusión, tendiendo “cortinas de humo”, buscando adeptos, calumniando, murmurando y atacando la verdad.


2 Timoteo 3:13 dice: «más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados»

Los postreros días, o el tiempo entre la primera y segunda venida de Cristo, serán tiempos peligrosos según lo que ha dicho el apóstol Pablo. En este tiempo se levantarán hombres peligrosos que atacarán a la iglesia desde adentro. Estos malos hombres, como los califica Pablo, utilizarán el engaño como su arma para lograr sus fines.

Serán hombres que por fuera lucen como hombres piadosos, pero por dentro son lobos rapaces. Estos hombres se multiplicarán a medida que se va acercando la segunda venida de Cristo. Por eso dice Pablo que irán de mal en peor. El engaño será mucho más sutil. Se engañarán a ellos mismos pensando que lo errado es lo verdadero. Tendrán una habilidad asombrosa para hacer creer la mentira y para ellos mismos creer en la mentira. 2 Tesalonicenses 2:11-12 dice: «Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean a la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.»

Este es el fatídico destino de todo aquel que rehúsa andar en la verdad. La iglesia está en peligro. El consejo del apóstol Pablo a los creyentes es andar en la verdad. Andar en la verdad se manifiesta en un carácter semejante al del apóstol Pablo. Andar en la verdad tiene su precio. Implica el sufrir persecución. El no andar en la verdad conduce a ir de mal en peor, engañando y siendo engañado. Si Usted no está andando en la verdad, comience hoy mismo a andar en la verdad.

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos capacite para ser soldados valientes y osados, y que con denuedo busquemos, enseñemos, defendamos y procuremos vivir en la verdad, aun cuando nos consideren enemigos por decir la verdad. Su hno. Josué Nayib. 11/07/2023

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