“…En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente…” Proverbios 10:19
Salomón, el hombre reconocido como el más sabio sobre esta tierra expresó estas palabras. Evidentemente mantener una vida libre de faltas en la comunicación oral, escrita y en nuestras expresiones corporales es un asunto verdaderamente complicado. El hablar con prudencia y de manera educada no se nos da a todos de manera natural; lo más común es equivocarnos y pasar por experiencias vergonzosas por no tener cuidado con lo que decimos y cómo lo decimos. Expresiones como: “No fue eso lo que quise decir” o “Me mal interpretaron” son comunes en el diario vivir y en problemas de relaciones interpersonales.
Según el diccionario de la Real Academia Española ser prudente es tener cautela, sensatez, buen juicio, moderación, discernir entre lo bueno y lo malo bien sea para seguirlo o huir.
En la Biblia hay un versículo que hace énfasis a la prudencia de un hombre que ve el mal y se esconde, “…El hombre prudente ve el mal y se esconde, los simples siguen adelante y pagan las consecuencias…” Proverbios 7:12
El apóstol Santiago en su carta pastoral (Santiago 3: 1- 12) hace alusión a este problema que es común en muchos círculos sociales e incluso en la experiencia de algunos miembros de nuestras iglesias. Por eso llega a decir que “Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto” (3:2).
Si no tenemos a Jesús como el centro de nuestras vidas será dificultoso llevar a cabo la difícil tarea de callar.
Cuando callamos practicamos la prudencia como fruto de la sabiduría divina.
Hay muchas personas que tienen por costumbre hablar sin pensar, sin refrenar su lengua, aunque diga mentiras. Esclavizándose a sí mismo porque una mentira conlleva a otra mentira hasta quedar enlazado en su propia red de mentiras, por eso es importante atender a este consejo “No preste su lengua para propagar chismes, y mucho menos para proferir maldiciones”. Mire lo que dice en proverbios al respecto.
“…Muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto…” Proverbios 18:2
Cuántas veces no hemos dicho cosas para luego arrepentirnos, y algunas veces el daño es irreversible. Y es allí donde nos toca comer del fruto que sembramos, por no saber callar.
“…El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias…” Proverbios 21:23
Sé que muchas veces nuestras bocas quieren abrirse para defenderse de injusticias, pero juntos obedezcamos lo que está escrito. Vamos a poner en práctica lo que hemos aprendido. Tomemos el mejor ejemplo de todos que es el de Cristo, quien teniendo la autoridad no abrió Su boca ante la bajeza de quienes le juzgaban.
“…Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió El su boca…” Isaías 53:7
Aprendamos a guardar Silencio, aunque parezca injusto, es mejor dejar que sea Dios quien intervenga.
Evangelista Vicente Ortiz
Buenas Tardes Apostólicas.
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