Quizá te has preguntado: ¿Por qué hay creyentes que sienten el deseo ferviente de estar en la casa de Dios constantemente? o te has preguntado ¿Porque algunos Saltan, Gritan o simplemente derraman su corazón a Dios? Pues debes saber que no es porque estén locos, o porque estén llenos de una simple emoción, sino es porque en medio nuestro y en los corazones hay un fuego, bajo el cual los hombres vienen a exponerse, un fuego que arde y debe arder en el corazón de los creyentes, que te lleva a hacer una oración apasionada y hace que tú ardas de amor por Jesús, ese fuego es el Espíritu Santo, es Dios mismo morando en nuestros corazones tal como él lo prometió (Juan 14:16-17).
En 1 de Tesalonicenses 5:19 el apóstol Pablo nos dice: “No apaguéis al Espíritu”. Es por eso, que debemos evitar a toda costa darle lugar a la carne y tener especial cuidado con las personas a nuestro alrededor que no entienden el fuego, la fe y la pasión que tenemos por Él, pues el diablo tiene miedo de un creyente que tiene la llama ardiendo en su corazón y buscará a toda costa apagarla.
Cuando no está esta llama ardiendo en los corazones de los creyentes, vemos ministros y ministerios infértiles, secos, porque ya no está la pasión por las cosas de Dios, como creyentes somos absolutamente responsables de ese fuego que es el Espíritu Santo en nosotros, que no se apague, porque en muchas ocasiones Dios nos aconseja a mantener esa llama ardiendo, Pablo le dice a Timoteo en 2 Timoteo 6:14 “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti”.
En Apocalipsis 2:1-7, el Señor nos advierte, que, si perdemos el primer amor, vamos a perder el fuego, Dios mismo vendrá y lo quitará. Por eso, es necesario conocer 4 cosas que debemos empezar a practicar para avivar ese fuego en nosotros.
PRIMERO. COMUNIÓN CON DIOS: El Espíritu Santo es quien enciende la llama y la aviva. En Hechos 4:13, la gente notaba que Pedro había estado con Jesús, por el denuedo con el que hablaba, al igual, cuando este fuego venga sobre nosotros, no vamos a poder callar, por causa del fuego que arde en nuestros corazones, y va a ser notorio a los demás que estas lleno del Poder de Dios, porque ese fuego se enciende en la comunión con Dios.
SEGUNDO. COMUNIÓN CON LOS VIVOS: Sin duda que no podemos desconocer que hay creyentes que te bajan la fe y te desaniman. Es por eso, que debes rodearte de creyentes que te puedan aportar vida, que hacen que vuelva a ti la pasión por Jesús, debes rodearte de los de la fe. En Daniel 1:19-20 vemos como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, fueron hallados diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo el reino de Nabucodonosor, ya que ellos estuvieron siempre animándose mutuamente a ser radicales por Dios.
TERCERO. ESCUDRIÑAD LAS ESCRITURAS: La palabra de Dios es la que aviva el corazón de quien la oye. Mire lo que dice la escritura en Apocalipsis 1:3 “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía”. En los días de Esdras el pueblo tenía todas las costumbres religiosas, pero cuando Esdras sube y comienza a leer las Escrituras, todos en Israel lloraban. Es inevitable que, al leer la Biblia, el fuego de Dios comience a arder en tu vida. (Leea Nehemías 8:5-9).
CUARTO. ADORACIÓN: Dios nos creó para adorarlo, y busca que lo adoremos. “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” Juan 4:23. Un adorador siempre va a mantener la llama avivada. Un tizón solo, se apaga; pero si vas a la fuente donde la llama se enciende, entonces podrás mantener avivado ese fuego en tu interior. Lo único que Dios requiere para enviar ese fuego es un lugar seco, es decir, un corazón sediento. Es tiempo de decirle al “Señor, dame un corazón sediento, al cual Tú puedas saciar; un corazón seco en el cual Tú puedas poner Tu fuego.
Pastor Jonathan Fuentes
Buenas Tardes Apostólicas.
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