viernes, 19 de mayo de 2023

REVERENCIA DIVINA



La reverencia en la presencia de Dios es obligatoria para todos los creyentes en toda ocasión.

Dios es nuestro Padre en relación íntima; pero Él es nuestro Dios, a quien debemos adorar y reverenciar como tal. Podemos entrar a su presencia con confianza porque el velo está roto y porque tenemos un Sumo Sacerdote quien está sentado a la diestra del trono en la majestad en los cielos. Pero aun así todavía debemos tener temor santo y respeto por su presencia. Jacob sintió este temor (Gen. 28:17); Moisés fue recordado de ello (Ex.3:5); Isaías se quedó asombrado por ello (Isaías 6:5); Juan el veedor cayó como muerto (Apocalipsis 1:17).

El respeto por la presencia de Dios controlaría nuestro comportamiento como lo hizo con Moisés, nos haría tener el respeto por la casa de Dios, nos haría considerar que nos hijos deben estar alineados juntamente con nosotros por lo que significa la casa de Dios, y no los dejaríamos hacer lo que ellos quieran en la Mora de Dios; nos haría más cuidadosos al entrar y salir a los servicios; cuidadosos de no correr hacia la puerta al no más terminar el servicio; cuidadosos de como leemos la Escrituras en público, no desaliñadamente, sino con el respeto que demanda la Palabra de Dios.


La presencia de Dios controlaría nuestra adoración, como lo hizo con Isaías. Realizaríamos cuán pecadores somos a la luz de su santidad. Realizaríamos la distancia infinita entre el Dios Supremo y la frágil humanidad, y cuánto debemos a Dios por habernos traído a Su familia.


Apreciaríamos algo de la terrible majestad y absoluta soberanía de aquel que gobierna el universo, Le adoraríamos en espíritu y en verdad.


La presencia de Dios controlaría nuestra conversación, como lo enseña Eclesiastés 5. Nuestras palabras serían pocas.


Buscaríamos estar más seguros de la dirección del Espíritu Santo antes de levantarnos para tomar parte. La actividad para Dios sería sujeta a un esperar en Dios reverentemente.


Nuestros mensajes serían más edificadores si estuviésemos conscientes que Dios es un oidor oculto.


" Y si no fuere tan presto, para que sepas cómo te conviene conversar en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad" (Timoteo 3:15).


" Tus testimonios son muy firmes: la santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre". (Sal 93:5).


Por lo tanto, te animo hermano y hermana a que aprendamos a que a la presencia del Señor Tiembla la Tierra y cada uno de nosotros somos simple barro en sus manos, debemos aprender a darle la gloria debida a su nombre y le reverencia que Dios se merece.


Evangelista Samuel González

Buenas Tardes Apostólicas.

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