Cuando por fin nos paramos a pensar, ya vamos camino al trabajo. Pero existe una forma más saludable de comenzar el día: ¡orando! Cuando oramos organizamos nuestra mente.
Podemos compartir nuestras expectativas y objetivos del día con nuestro Señor Jesús. Así recibimos ánimo al despertarnos y nos será más fácil enfrentar el día con fe y determinación.
Nuestro Señor Jesús oye nuestra oración. Él es fiel y nos quiere bendecir, guiarnos y marcar una diferencia en nuestros días.
Crea el hábito de orar tan pronto te levantas.
No tiene que ser algo largo sino un momento sincero en presencia de nuestro Señor Jesús donde puedas darle gracias por poder abrir los ojos y comenzar un nuevo día.
Padre celestial, gracias por este nuevo día.
Gracias porque me concedes abrigo, salud y atención. Guíame durante mis quehaceres y guárdame con seguridad. En el poderoso nombre de nuestro Señor Jesús. *Amén, Amén
MIAI. México
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