LAS COSTUMBRES NAVIDEÑAS INTRODUCIDAS EN LOS TEMPLOS Y ¿POR QUÉ NOSOTROS NO PERMITIMOS QUE LA FIESTA DE LA NAVIDAD SE INFILTRE EN NUESTROS HOGARES Y TEMPLOS? – TERCERA PARTE
Es importante indicar que la biblia habla del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo y existe bastante contenido que nos permite aprender los detalles de aquel trascendental evento. Las Santas Escrituras detallan la concepción de Jesús en la virgen matriz de María, la notificación angelical y el nacimiento propiamente tal. No obstante, la biblia no enseña a observar la navidad de la manera que hoy se practica en muchas iglesias llamadas protestantes evangélicas, con locales adornados con árboles, coronas, pesebres e inclusive entrega de regalos con viejos pascueros.
¿CUÁNDO NACIÓ JESÚS? – DERRIBANDO EL MITO DEL 25 DE DICIEMBRE
El primer punto que debemos aclarar es el asunto que habla de la fecha del nacimiento del Señor Jesucristo. Como ya observamos en los puntos anteriores, la historia confirma que, en la antigua Roma, cada 25 de diciembre se realzaban las afamadas “saturnalias” en conmemoración del “natalis solis invictus”, es decir, el nacimiento del sol victorioso. El catolicismo romano sincretizó esta fecha enseñando que no era “el sol invicto” quien nacía, sino que Jesús. Pero ¿La biblia tiene algo que decir al respecto? ¿O acaso nosotros lo evangélicos aceptaremos esta tradición para incluirla en nuestros cultos, sin consultar nuestra regla de fe y de conducta?
La biblia nos entrega un dato concreto respecto a la presunta fecha de nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, y se basa en el tiempo de la concepción de Juan el Bautista en el vientre de Elisabet, parienta de Maria.
El marido de Elisabet era Zacarías quien como sacerdote servía en el templo de Jerusalén. La biblia enseña que él pertenecía a la clase sacerdotal de “Abias”
“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet” Lucas 1: 5
En el ordenamiento sacerdotal, la Palabra de Dios enseña que David estableció 24 clases o turnos en el ministerio de manera que los sacerdotes permanecieran constantemente sirviendo según las costumbres.
“Y David, con Sadoc de los hijos de Eleazar, y Ahimelec de los hijos de Itamar, los repartió por sus turnos en el ministerio” 1 Crónicas 24:3
Abías correspondía a la octava clase y es a esa, a la que pertenecía Zacarías. Esta clase servía en el templo entre mayo y junio, considerando que el año judío se iniciaba en el período marzo-abril. De manera que Zacarías dejó sus actividades ministeriales para regresar a su casa en el mes de junio.
La biblia dice que, una vez terminado su servicio en el templo, Zacarías se fue a casa y se unió a su mujer la cual concibió a Juan el Bautista.
“Y cumplidos los días de su ministerio, (Zacarías) se fue a su casa. Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet” Lucas 1: 23-24
Todo hace pensar que Elisabet concibió en el mes de junio, por lo tanto, cuando ella se encuentra con María en el mes sexto de embarazo, debió ser el mes de diciembre. Por su parte el ángel Gabriel le anuncia a María la concepción de Jesús al sexto mes de la concepción de Juan el Bautista. En otras palabras, ambos embarazos llevaban una diferencia de seis meses.
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María” Lucas 1:26-27
“Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril” Lucas 1:36
Estos datos son extraordinariamente importantes para concluir la fecha aproximada del nacimiento de Jesús. Si Elisabet quedó embarazada en junio, y la escritura señala que “se cumplieron los días de su alumbramiento” (Lucas 1: 57), entonces ella dio a luz a Juan el bautista en el mes de marzo del año siguiente a su concepción. Por lo tanto, considerando que Jesús era seis meses menor que Juan el Bautista desde su concepción, entonces desprendemos la conclusión de que su nacimiento, bíblicamente hablando, habría sido en el mes septiembre.
Esta fecha se ajusta a los relatos bíblicos porque además hay otro antecedente consistente que menciona la escritura respecto a lo que acontecía el día del nacimiento de Jesús.
“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” Lucas 2:8
Esta actividad típica de los pastores en la tierra de Israel jamás fue practicada en invierno debido a su crudeza, por lo tanto, es imposible que esta realidad se hubiera efectuado en diciembre como se enseña, ya que en esa zona corresponde al solsticio de invierno, por lo cual, los pastores no guardaban vigilia de la noche sobre su rebaño, sino que guardaban sus animales para protegerlos del intenso frío. Este es una de los textos que refuta fuertemente la idea y mito del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesús.
Los magos de oriente – Derribando el mito de los tres reyes magos
La tradición es tan fuerte que hasta nos hace creer que la biblia hablaría de tres “reyes magos” que llegarían al pesebre a adorar al “niño Dios”.
Pero cuando uno se despoja de la religión y sus pegajosas tradiciones, descubre la verdad y la verdad nos da la libertad.
La biblia enseña que desde el oriente vinieron a Jerusalén unos magos para preguntar por el nacimiento del rey de los judíos. Estos magos eran en realidad estudiantes de los astros y de las profecías mesiánicas, las cuales, sin duda, quedaron archivadas en la cultura medo persa. Recordemos que el pueblo de Israel convivió mucho tiempo con aquellas culturas durante su deportación. La reputación de Daniel tiene que haber quedado tan arraigada allí, que sus enseñanzas mesiánicas y de redención de Israel pasaron de generación en generación. Esto explica, porque fueron los gentiles (los magos de oriente) los primeros que adoraron al Rey de Reyes y Señor de Señores. Son las paradojas que la biblia presenta respecto a las inconsecuencias de los hombres frente a la soberanía de Dios.
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” Juan 1:11
Mientras la tradición romanista y la homologación de muchas iglesias llamadas evangélicas protestantes enseñan que fueron tres “reyes magos”, la biblia no habla de “reyes” ni tampoco de que hayan sido tres. Por el contrario, la biblia infiere que ellos deberían haber sido una enorme caravana.
“Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová” Isaías 60:6
Este pasaje del profeta Isaías revela el carácter mesiánico de la profecía respecto a la actuación de estos sabios de oriente que llegaron a Jerusalén para adorar al Rey de Israel. El texto señala la palabra “multitud”, es decir, no fueron dos o tres, sino que era una caravana que llegó a Jerusalén.
No podía ser de otra forma, ya que, en aquel tiempo, el cruzar el desierto portando especies de valor significaba llevar una caravana de escoltas para evitar el ataque de delincuentes y asaltantes que se dedicaban exclusivamente a eso. Tan solo recordemos el episodio de aquel hombre que descendía de Jerusalén a Jericó y que fue atacado brutalmente por los ladrones según Lucas 10:30
“Y he aquí, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque al ver su estrella en el oriente, hemos venido para adorarle. Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él” Mateo 2: 1-3
Evidentemente fue una caravana que cruzó el desierto para llegar a Jerusalén, ya que convulsionaron no solo al rey Herodes, sino que todo al pueblo. Obviamente aquello no hubiera ocurrido con dos o tres personas como lo enseña la tradición.
El sofisma de los tres “reyes magos” proviene, como muchas otras mentiras, del catolicismo romano; tanto es así, que hasta les dieron nombres: Melchor, Gaspar y Baltazar. Tal vez el considerar que fueron tres presentes, significativos que los magos entregaron a Jesús como muestra de adoración; oro, incienso y mirra, es lo que desembocó en esta distorsión de la verdad, creando la mentira de los tres reyes magos.
Otra de las imprecisiones de la tradición, es que se dice que los “tres reyes magos” llegaron al pesebre a adorar al “niño Dios”. De hecho, esa es la imagen que se representa en los íconos y estatuas representativas del nacimiento de Jesús, no solo en la iglesia católica, sino que, en muchas iglesias evangélicas, a pesar de que la biblia enseña la prohibición de erigir imágenes (Éxodo 20: 4-5)
La biblia enseña que los magos no llegaron al pesebre donde María y José recostaron a Jesús, sino que ellos lo adoraron cuando Jesús ya estaba en la casa.
“Y al entrar en la casa (los magos), vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” Mateo 2: 11
Este pasaje desmorona aquella idea e imagen tan arraigada en nuestra tradición de que fue en el pesebre donde habrían llegado los “tres reyes magos”. Con esta evidencia, además se echa por tierra la enseñanza de sincretismo religioso de que los presentes que los “tres reyes magos” le entregaron a Jesús eran “regalos navideños”.
Iglesia amada no es malo hacer regalos a nuestra familia, pero podemos hacerlo en cualquier época del año, sin embargo, el mejor regalo que esperamos es aquel del que nos habla el Señor en Apocalipsis 22:12
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
El Señor nos habla de su urgente deseo por regresar a buscarnos y viene con un regalo invaluable para cada uno de nosotros que con amor hayamos trabajado en su obra.
Algunos dicen que si el Señor no les diera nada igual serian felices, ese conformismo va acompañado de un adormecimiento por hacer aquello que el Señor quiere que hagamos.
Así como el niño espera su regalo al fin de su ciclo escolar, aplicándose para obtener buenas calificaciones, así nosotros también debemos esmerarnos por la recompensa que el Señor dará a quien le sea fiel trabajando para su obra.
Si de regalos se trata, nuestro Dios es experto en dar lo mejor.
A veces nosotros no merecemos nada, pero el Señor no sabe dar poco. Desde el principio le ofreció al hombre todo y lo puso a su disposición, aún hoy sigue otorgando vida eterna al que la quiera tomar. ¿Lo merecemos? No, pero él no falla a sus promesas. Desde el cono sur su Hrno. Josué Nayib 07-12-22
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