El apóstol Santiago, toca una arista esencial en la vida del cristiano lo cual imprescindible en su madurez y desarrollo y es la fe con práctica. Cuando nos miramos a nosotros mismos, vemos que el conocimiento que hemos logrado en el tiempo nos ha ayudado en el desenvolvimiento del caminar, pero la sobre confianza nos ha llevado a perder la moralidad y la acción de ese conocimiento, lamentablemente nos hemos convertido en gente con teoría, pero sin práctica, y eso es mentirse a uno mismo.
Esta es una verdad dolorosa, pero importante para la sanidad en el caminar, ya que lo más puro del creyente que es el análisis periódico del corazón y mantenerse humilde en el camino. Como hombres somos “vulnerables” ya que nuestro corazón es engañoso más que todas las cosas (Jeremías 17:9). Eso significa, que diariamente necesitamos el Espíritu de Dios para alinearnos a su voluntad, el descansar en nosotros mismos trae consigo relajo y letargo en el discernimiento interno, es importante como dice el apóstol Santiago, vernos en el espejo, meditar en nuestra apariencia, ver el hombre espiritual, reconocer nuestro desgaste, ver nuestras fortalezas y debilidades, ver nuestras cicatrices, y valorar adonde estamos y adonde queremos llegar.
1.- EL OIDOR INCOMPROMETIDO
El oidor que nos habla Santiago nos dice que mira su aspecto natural en el espejo y después se va y olvida como era (vs.24). este oidor, mira su aspecto pero no hace nada en mejorarlo sino que se conforma solo en mirar, este representa al cristiano conformista que no tiene ningún compromiso con el evangelio, solo se interesa en oír y aplicar esa palabra en otros, siempre se la pasan escuchando para pasar el rato, es ocioso, porque si fuera más inteligente pasaría su tiempo en otra cosa pero le gusta escuchar porque escucha para hablar, por eso que el apóstol Pedro dijo sabiamente, que si queremos ver días mejores debemos refrenar nuestra lengua (1 Pedro 3:10).
Este oidor no tiene conexión con el “corazón” sino con la lengua, porque el corazón se ha “engrosado” como dice la palabra de Dios: Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane. (Mateo 13:15). Un corazón “engrosado” es un corazón que no tiene sensibilidad, tiene muchas capas, de orgullo, soberbia, vanidad, y ya no logra tener conexión con el corazón de Dios, por eso el Señor decía, que oían pesadamente, porque valía más sus conceptos que la palabra de Dios limpia.
El oidor incomprometido no sabe lo que quiere, no tiene decisión, solo escucha para recordar, pero no para actuar, así lo hacía Eli, escuchaba y recordaba lo que era, por eso le decía a Samuel lo que tenía que hacer cuando oía la palabra de Dios y lo que tenía que hacer, porque ya no escuchaba (1 Samuel 3:1). Escuchar la voz de Dios debería traernos gozo, así como cuando Pedro Jacobo y Juan estuvieron en la transfiguración: Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. (2 Pedro 1:18). Pero el que solo escucha es un terreno que no tiene firmeza, el Señor Jesús dijo: Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. (Mateo 7:26-27). Estos que no escuchan aunque estén investidos con gran apariencia son débiles a la hora de los problemas, niegan rápidamente la fe, porque nunca “profundizaron” en la fe, la fe no es solamente creer, sino que creer en lo tangible que es Jesucristo, eso es una manifestación viva de su presencia en su ser.
2.- EL OIDOR COMPROMETIDO
Este oidor, mira atentamente la perfecta ley, la de la libertad y persevera en ella, es aquel que se deleita en la ley de Dios, como dice el salmista: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. (Salmos 1:1-2). Este oidor tiene “acción” no solo se mira, sino que permanece en la ley del Señor, esta ley es el evangelio de Jesucristo, que trae sobre nosotros descanso como dijo el Señor Jesús: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28).
Esta ley no es rígida, de cumplir por el ver o por lo que van a decir, es cumplir por amor a Jesús, el oidor comprometido sabe que la santidad es por amor no por exigencia humana, y cuando la cumples sientes liberación del pecado, es porque realmente tus convicciones son firmes, el Señor Jesús dijo: Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. (Mateo 7:24-25). Tu fe esta sobre la roca cuando pones tu confianza plena en Jesucristo, en su palabra y no permites que cosas externas ocupen el lugar de Jesús, así como María decidió escuchar al maestro que seguir el ejemplo de Marta que estaba afanada en las cosas del hogar: Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. (Lucas 10:42). La palabra de Dios es hablada para ponerla en práctica y no solo para llenarme de ella, es la acción el testimonio en el evangelio. Un oidor comprometido sabe que no es suficiente solo escuchar un sermón en la iglesia, el Señor Jesús hablo acerca de esto: Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Leer (Mateo 25:33-46).
CONCLUSIÓN: Es difícil cumplir con la palabra de Dios, no es camino fácil, pero con honestidad recibiremos la fuerza de Dios para cumplirla. Con cordiales deseos de bendición, su hermano del Conosur Josué Nayib 30-12-22
No hay comentarios:
Publicar un comentario