miércoles, 9 de noviembre de 2022

SOMOS TRIUNFADORES, POR SER HIJOS DE DIOS 1 JUAN 4:4



En el mundo siempre ha habido dos clases de personas: están los que triunfan y los que fracasan; están los que ganan y los que pierden; están los que creen que si se puede y los que creen que es imposible; están los optimistas y los pesimistas, es decir siempre han convivido estos dos tipos de personas que se oponen la una a la otra.

Esta bipolarización es también evidenciada en la vida cristiana, pues siempre encontramos algunos cristianos en quien todavía no se ha despertado la fe para entender que no son personas comunes, sino nada menos que Hijos de un gran rey, en el cual no existe el vocabulario imposible, por tanto, nos hace personas especialmente diferente.

La Biblia nos ha dejado ejemplos de muchos personajes que alcanzaron el triunfo con la ayuda y el respaldo de Dios.

De Job, se dice que “era aquel varón más grande que todos los orientales” (Job 1:3).

Recordemos al siervo Abraham. En Génesis 12:10 dice que “Hubo hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra.” Cuando Abram regresó de Egipto hacia el Neguev ya él era “riquisimo en ganado, en plata y en oro” (13:2).

El joven José, después de haber sido vendido como esclavo por sus propios hermanos, fue elevado hasta llegar a ser un hombre muy poderoso en Egipto. El Faraón dijo: “¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Tu estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto” (Génesis 41:38-44).

David era un joven pastor de ovejas, descendiente de la tribu más insignificante de todo Israel. No tenía padres pudientes que le permitiera un futuro cómodo y próspero. Sin embargo, este hombre agradó a Dios y recibió como recompensa el ser elegido como el Rey de Israel.

El Rey Salomón llegó a ser un hombre muy próspero. El excedía a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría (1 Reyes 10:23).

Daniel era un joven príncipe que fue tomado como prisionero de guerra por el ejército del rey Nabucodonosor. Después de pasar algunos años de vergüenza y oprobio, llegó a ser muy poderoso en el imperio más grande de su tiempo. El rey Nabucodonosor engrandeció a Daniel y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia (Daniel 2:48-49).

Faltaría espacio para tantos ejemplos de hombres y mujeres que lograron triunfar en muchos aspectos de la vida.

La promesa de Dios en el Salmo 1:3 es que todo lo que haga tu mano prosperará. En 3 Juan, verso 2 dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas buena salud, así como prospera tu alma.”

Como hijos de Dios hemos nacido para triunfar, para vencer, para prosperar en los negocios, para terminar la escuela y la universidad, para edificar templos y para ganar almas, para lograr todo lo que nos propongamos estando bajo la bendición de Dios y su propósito, el único límite, el único obstáculo es la falta de fe en nuestras vidas, te animo a que pongas por ejemplo a estos hombres de Dios y seas un triunfador, recuerde que mayor es el que esta con Nosotros que el que está en Mundo.




NO TE RINDAS.




Asistente de Pastor Pablo Hidalgo

Buenas Tardes Apostólicas





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