El santo temor de la Palabra de nuestro Señor Jesús experimenta un notable descuento ahora. Los hombres se consideran más sabios que la Palabra de nuestro Señor Jesús, y se sientan para juzgarla.
“Pero yo no hice así, a causa del temor de Dios.” Nosotros aceptamos La Biblia inspirada como infalible, y demostramos nuestra estimación por medio de nuestra obediencia.
No sentimos terror de la Palabra, sino que tenemos un temor filial de ella. No tenemos miedo de sus castigos, porque tenemos temor de sus mandamientos.
Este santo temor del mandamiento produce la tranquilidad de la humildad, que es mucho más dulce que la temeridad del orgullo.
Se convierte en un guía de nuestros movimientos; una traba cuando vamos cuesta abajo, y un estímulo cuando vamos ascendiendo.
Preservados del mal y conducidos a la justicia por nuestra reverencia al mandamiento, adquirimos una quieta conciencia, que es una fuente de vino; un sentido de libertad de la responsabilidad, que es como vida de entre los muertos; y una confianza de agradar a nuestro Señor Jesús, que es el cielo aquí abajo.
Los impíos podrán ridiculizar nuestra profunda reverencia por la Palabra de nuestro Señor Jesús; ¿pero qué importa eso? El premio por nuestro supremo llamamiento es suficiente consuelo para nosotros.
Las recompensas de la obediencia escarnecen las burlas del escarnecedor.
*Amén y Amén.*
MIAI. México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario