Los tiempos de llanto son ideales para la siembra: no queremos que la tierra esté
demasiado seca. Las semillas remojadas en las lágrimas de una ansiedad sincera
brotarán más rápidamente.
La sal de lágrimas llenas de oración dará a la buena semilla un sabor que las
protegerá del gusano: la verdad expresada con tremenda sinceridad contiene una
doble vida. En vez de detener nuestra siembra debido a nuestro llanto, redoblemos
nuestros esfuerzos porque la estación es muy propicia.
Nuestra semilla celestial no podría ser sembrada apropiadamente con risas. La
profunda aflicción y la preocupación por las almas de otros son un
acompañamiento más adecuado para la enseñanza piadosa que cualquier cosa
parecida a la levedad. Nos hemos enterado de hombres que fueron a la guerra con
un corazón ligero, pero fueron derrotados; y sucede mayormente lo mismo con
aquellos que siembran en ese mismo estilo.
Vamos, entonces, corazón mío, continúa sembrando en tu llanto, pues cuentas con
la promesa de una venturosa cosecha. Tú cosecharás. Tú, tú mismo, verás algún
resultado de tu trabajo. Este resultado vendrá a ti en tan gran medida como para
proporcionarte un gozo que una pobre, marchita y escasa cosecha no te podría
proporcionar. Cuando tus ojos estén empañados con lágrimas de plata, piensa en
el grano de oro.
Soporta con alegría el presente trabajo y el desconsuelo; pues el día de la cosecha
te recompensará con plenitud. Amén, Amén
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