jueves, 20 de octubre de 2022

“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán” Salmo 126:5




Los tiempos de llanto son ideales para la siembra: no queremos que la tierra esté

demasiado seca. Las semillas remojadas en las lágrimas de una ansiedad sincera

brotarán más rápidamente.


La sal de lágrimas llenas de oración dará a la buena semilla un sabor que las

protegerá del gusano: la verdad expresada con tremenda sinceridad contiene una

doble vida. En vez de detener nuestra siembra debido a nuestro llanto, redoblemos

nuestros esfuerzos porque la estación es muy propicia.

Nuestra semilla celestial no podría ser sembrada apropiadamente con risas. La

profunda aflicción y la preocupación por las almas de otros son un

acompañamiento más adecuado para la enseñanza piadosa que cualquier cosa

parecida a la levedad. Nos hemos enterado de hombres que fueron a la guerra con

un corazón ligero, pero fueron derrotados; y sucede mayormente lo mismo con

aquellos que siembran en ese mismo estilo.

Vamos, entonces, corazón mío, continúa sembrando en tu llanto, pues cuentas con

la promesa de una venturosa cosecha. Tú cosecharás. Tú, tú mismo, verás algún

resultado de tu trabajo. Este resultado vendrá a ti en tan gran medida como para

proporcionarte un gozo que una pobre, marchita y escasa cosecha no te podría

proporcionar. Cuando tus ojos estén empañados con lágrimas de plata, piensa en

el grano de oro.

Soporta con alegría el presente trabajo y el desconsuelo; pues el día de la cosecha

te recompensará con plenitud. Amén, Amén

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